sábado, 7 de julio de 2007

Ya he llegado a los 50

Reengancho, sí, reengancho...

Porque estoy atravesando un mojón y mi blog se merece que no lo descuide... Cacho Castaña decía que los 50 eran el punto y coma de la vida, pero eso es ser bastante optimista si nos referimos exclusivamente al tema edad; más bien que podríamos decir que es un buen momento para ponernos a pensar en lo que ha pasado hasta aquí y lo que va a pasar de ahora en más.

Mucho más impactante fue el mojón anterior, he de decir la verdad... Este cambio de década me agarra mucho mejor parado, con amigos que hacen el aguante, con un abrazo tanguero que contiene todas las veces que uno lo necesita, sin palabras innecesarias.Amigos que uno creía y que traicionaron (fulero) ya no ocupan espacio en mi mente; realmente tuve que hacer un esfuerzo para recordar la situación, que dolió, que trastocó y que costó mucho superar. Pero ya está... ya está olvidado, simplemente.

Gente que se ha arrimado desde los lugares más insólitos y ha comenzado a ocupar la posición de amigos, hoy alegran mis días y mis noches.

No cabe duda que aunque haya costado, la madurez finalmente nos ha alcanzado y nos reimos ahora de las pelotudeces que considerábamos importantes hace poquito tiempo atrás, cuando pensábamos con mentalidad de cabotaje. No hay que tomarse la vida muy en serio, so riesgo de perderse de las cosas que de veras son importantes.

Ciertamente que no me voy a sentar a canturrear "¡Ooooooom!" sin hacer absolutamente nada más, pero no cabe duda de que muchos aspectos de mi transitar por este, llamado, valle de lágrimas ha llegado a un punto en donde es inminente tomar la decisión de cambiar.

"Cambio pañuelo de secar lágrimas de tristeza por pañuelo de secar lágrimas de risa" —me dan ganas de publicar en El Gallito este domingo.

Escucho el revolver de la cuchara en la taza de cocoa, y el beep del microondas puesto en el tiempo correcto me hace tomar conciencia de que la madurez también está alcanzando a mi hijo; su independencia me reconforta y es motivo de alegría.

Esta noche nos encontraremos, viejos y nuevos amigos, para hacer lo que debe hacerse en un cumpleaños: festejar, estar en sintonía con lo que nos ha tocado vivir, alegrarse de estar juntos, dar bienvenidas, y arrugar y tirar a la basura todo aquello que no vale la pena.