martes, 22 de enero de 2008

Difícil hablar de murga pero nobleza obliga

Con un apellido como el que tengo sería impensable que por mis venas no corriera el gusto por el Carnaval en general y la murga en particular... difícil no hablar de murga. Cuando mis padres decidieron que mi nombre sería idéntico al popularísimo letrista, sellaron prácticamente mi destino: he quedado acorralado.
En vista de que el tiempo pasa, y por más que no es obstáculo para integrar una murga el que nos vayamos volviendo viejos, mientras este hecho no se dé, cada año trato de aportar mi granito de arena en torno a este festejo amado por unos y odiado por otros, por los más disímiles motivos.
Desde aquel al que le molesta el ruido por las noches, hasta el que despotrica diciendo que nos pasamos de fiesta en fiesta y que "no tiene goyete" que nos pasemos 40 días de joda de corrido, pasando por el siempre presente individuo que no le gusta el Carnaval, ni las fiestas tradicionales, ni Papá Noel, ni Semana Santa, ni los cumpleaños de la abuela. Y también están aquellos que piensan que como el Carnaval de Río no hay y que las Escolas do Samba son lo más grande y colorido que pueda apreciarse.
Coincido en muchas cosas con ellos, pero con otros no podré coincidir jamás. Respetándonos en la discrepancia, y sin enarbolar banderas culturaloides, es un hecho indiscutido que el Carnaval y nuestra murga son muy especiales, al punto que un género tan rico hasta debería ser tocado al menos de refilón en nuestro sistema educativo, dado que es derivado del género chico español. Ya sé que con esto me puse en la mira de los que piensan que sería una perdedera de tiempo y que más valdría que enseñaran cosas "más importantes", pero, en mi muy modesta opinión, la cultura general es importante, y es justamente a lo que apunta un sistema educativo básico.
"El carnaval uruguayo es un producto sincrético, constituido con los aportes de las distintas corrientes inmigratorias que imprimieron sus singularidades a un fenómeno de por sí polisemico, nutrido de fragmentos y remanentes de otras fiestas, tanto paganas como cristianas." aparece por ahí escrito en un lugar en donde se supone que se difunde cultura... Claro que si Ud. no sabe lo qué es sincrético es porque no es una persona culta..., y si encima ve que le ponen polisémico sin tilde, entonces empieza a entender por qué la cultura está donde está.
Pero dejando de lado la acidez, si hay una cosa por la que disfruto haber nacido bajo estos cielos, es por contar con la murga en la forma en como la conocemos los uruguayos.
Si Ud. tiene un amigo extranjero y tiene que explicarle qué es la murga, más allá de citarle las estrofas de la retirada de Milonga Nacional del '68, creo que se las vería en figurillas. ¡Y si Ud. no tiene cultura, amigo!... ya ve... la cosa se pone fulera.
Ay que no cantamos, que no... Ay que no cantamos, que no.
Ni muy afinados ni muy afiatados.
Pero si cantamos, que sí... Pero si cantamos, que sí.
Dejando la vida en cada tablado.
Es un sentir, de eso no cabe duda, es un sentir perenne entre la gente:
Prometo volver entero,
adiós Carnaval, espero,
recorrerte otra vez.
Cantarle al rigor, un nuevo cuplé,
hasta que el rulo del tambor
marque otro final;
adiós Carnaval...

Presentación, cuplés, popurrí, retirada... la murga se parece a la vida misma.