No tuve la suerte de conocerte, como algunos de los que siguen con vida desde tus épocas, así que soy uno de los tantos que tenemos la secreta esperanza de que hayas visto la luz en la tierra que creímos que fue.
¿Qué nos has hecho, hermano?
¿Por qué nos has complicado tanto la vida?
Inauguraste el divismo y nos dejaste con tres cuartas de nariz, y lo peor es que nos dejaste sin lo único que podíamos destacar en el mundo: el compartir nacionalidad con el más famoso cantor de tango que la humanidad haya conocido.
¡Qué increíble! Fuiste el primer "farandulero" que echó mano de lo extra-artístico para construir una figura, para estar "en tapa"... ¡No creerías lo que hacen ahora por estirar su cuarto de hora! Vos lo hiciste a tu manera, Carlitos. Hoy las Wandas aparecen en YouTube, las Claudias en "Bailando por un Sueño" y las Evangelinas en las cumbres de los Presidentes, pero ellas no joden a nadie con esas "movidas" que no compromenten el futuro de ningún mortal. No como vos.
Y es así, hermano... ¡nos cagaste!... ¿Te parece bonito? ¿Cómo hacemos si, 72 años después de haberte tomado la nube, todavía no hay nada que vislumbre con certeza absoluta en dónde carajo naciste?
Hablaste a medias tintas sobre tus orígenes, sobre tus padres, y mantuviste un halo de misterio en torno a tu figura, como si te hubiera hecho falta para alcanzar el éxito que lograste o para amasar la fortuna que amorralaste. ¿Es que vos no te escuchabas, Carlitos?... ¿Tenías alguna duda de lo que ibas a llegar a ser?... Probablemente sí, y te comprendo, pero no tenías idea del mal que nos ibas a hacer con tu picardía. A todos.
A nosotros, los uruguayos que sabemos quién fuiste...
A nosotros, los uruguayos que creermos saber quién fuiste...
A nosotros, los uruguayos que no sabemos a quién creer...
A nosotros, los argentinos que te adoptamos, como a un sinnúmero más de uruguayos que adoptamos y que seguiremos adoptando...
A nosotros... los bonaerenses a quienes les cantaste desde lo más profundo de tu sentimiento...
A nosotros... rioplatenses, que teniendo un motivo de unión, ahora tenemos un motivo de discordia.
A nosotros, los franceses (aunque a nosotros no nos imorta mucho, la verdad)...
A nosotros... ciudadanos del mundo... tangueros y no tangueros, que estamos seguros del origen de Frank Sinatra, o Silvie Vartan, o Enrico Carusso, o Haydn, Beethoven o Strauss, y sin embargo no sabemos si estás bien descansando en La Chacarita o tendrías que estar en el Cementerio Central.
Es increíble que sepamos más sobre Tutankamon, Alejandro Magno o los Cruzados, que de alguien que nació en el siglo XIX.
Hay pruebas irrefutables de un lado... hay teorías del otro... hay una densa neblina que oculta también el más grande de los temores: el del que está equivocado. Porque cuando la vehemencia ha ganado los corazones de los contendientes (y sabemos que no hay vehemencia ni rivalidad más grande que la que existe entre los hermanos), la vergüenza puede llegar a ser insuperable...
Y eso es lo que nos hiciste, morocho... Porque creo, presumo, y hasta anhelo, que la verdad va a salir a la luz, pese a quien le pese y duela (y va a doler) a quien le duela. Me temo hermano, y te llamo hermano porque no puedo llamarte de otra manera, que la verdad no va a poder borrar las injurias que se han pronunciado defendiendo lo que hemos creído, desde todas las posiciones.
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